Tuesday, September 27, 2005

Aumenta la criminalidad infantil en los Estados Unidos

(Según informa la prensa)
Una moneda cae cara o cruz
como la cruz de Cristo o los ladrones,
como la cara cae gracia o sombra
como la luna cae estatua o perro,
y al pie de ese deslinde, vela la Gran Costumbre
La Gran Costumbre con capucha de avestruz vela al pie del deslinde
para que una moneda caiga siempre cara
y toda cara siempre sombra caiga,
para que toda cruz sea Cristo,
para que el pie no salga de su huella vela la Gran Costumbre,
vela con largos dientes colgando sobre el labio cuneiforme,
baskerville, elzevir: el Código, ese nombre del hombre vuelto Historia.

-Salud, maravillosos niños norteamericanos
llamados a lavar la lepra hereditaria,
irrumpiendo en la sala cuando el padre y la madre
miraban la TV
con una sana, perfecta puñalada, con un fierrazo en
las cabezas
donde Kolynos o Goodyear vaciaban sus gusanos de
manteca podrida.
Saludo a Mervyn Rose, a Sandy Lee, a Roy McCall, a
Dick pecoso y sucio,
y a Lana Turner junior, capaz de hacer lo que no
hará la silla eléctrica.
Salud, jóvenes héroes, asesinos de un tiempo proxeneta.
Legítima defensa, muchachito, están tratando de violarte,
te acorralan
con un bozal de enciclopedias, promoción y De Soto,
con el dentífrico perfecto, el telegrama en fórmula de lujo,
con discos de Sinatra o del Cuarteto Húngaro,
ve, gánales de mano,
no te vendo palabras, mátalos de verdad para que vivan,
quiero decir: arráncalos de cuajo,
haz pedazos la rueda de las ruedas, destruye a escupitajos
una historia
que masturba sus monos al ritmo de las máquinas de Time,
que entroniza princesas de ruleta católica,
que engendra putas para despreciarlas desde el lecho
legítimo
con un desprecio que no irá jamás a un almirante o a
un obispo.
Oh niños asesinos, oh salvajes antorchas
fulminando a las tías comedoras de estampas y pantallas
floreadas,
a los abuelitos con medallas de honor en la entrepierna,
a los papás que pontifican experiencia,
a las mamás que cosen los botones con aire de martirio.
Una lata de nafta, un fósforo y se acaba: la hoguera es
una rosa,
la noche de San Juan empieza, hosanna!

Mientras se viva así, en la Gran Costumbre,
mientras la historia siga su cópula gomosa con la Historia,
mientras el tiempo sea hijo del Tiempo
y preservemos las podridas efemérides
y los podridos héroes de desfile,
las caras serán sombras, las cruces
serán Cristo, y la luz el amargo kilowatio, y el amor
revancha y no leopardo.
(Algunos, pocos, viven desacostumbrándose.
Los matan a montones, pero siempre hay alguno
que escapa, que espera a la salida de la escuela
para alentar al colegial de ojos de hielo
y regalarle un cortaplumas).

Julio Cortazar Julio Cortazar (1914-1984)
La Vuelta al día en ochenta mundos - 1967

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