Wednesday, November 16, 2005

La verdad no existe

La verdad no existe, sino mas bien el desafío de encontrarla

Por ende la mentira es lo reinante, bizarro imperio hecho de carne

Aun cuando las tripas aprieten al menor desasosiego, quizá un amor

Este es tan solo ridículo instrumento para extraviarnos más a la deriva

Náufragos en mar bravo, caída libre de un hipopótamo alado

El éxtasis del vértigo, el momento sacro del último suspiro

La pequeña muerte encarnando en dos cuerpos sudorosos

La libertad de morirse cuando se nos plazca

Esa es la verdad de la mentira, o el designio de lo que llamamos vida


Sin embargo la melodía última, suena como la primera

El llamado es nuevamente escuchado, las ovejas al corral

Las aves de rapiña devorando tripas de perro

O el cerebro de un mono en plato extranjero

El otoño vuelve a nosotros, difíciles viajeros

Extraños personajes y dubitativos rostros

Las hojas caen como fue antes y como será siempre, nunca como ahora

El adiós nos espera en la esquina que de mortaja esta ya calzada

El vació en nuestro estomago es ya el de ayer

La nostalgia del mañana en nuestros ojos, sangra ahora en nuestras manos

Los personajes y el adiós no son los mismos cada vez

Solo se sabe que al final de la melodía se es feliz y no importa que.

Falls Church 14 de noviembre de 2005
Después de un paseo a Lancaster, PA

Tuesday, October 11, 2005

There is no spoon



The Tao that can be told is not the eternal Tao.
The name that can be named is not the eternal name.
The nameless is the beginning of heaven and Earth.
The named is the mother of the ten thousand things.
Ever desireless, one can see the mystery.
Ever desiring, one sees the manifestations.
These two spring from the same source but differ in name;
this appears as darkness.
Darkness within darkness.
The gate to all mystery.

Tao Te Ching
Chapter One

Tuesday, September 27, 2005

Viernes en la noche con el humo fabuloso de tu cabellera

Para Leyla Liliana,
el corazon dentro de mi corazon - NCU

Apareces
La vida es cierta
El olor de la lluvia es cierto
La lluvia te hace nacer
Y golpear a mi puerta
Oh árbol
Y la ciudad, el mar que navegaste
Y la noche se abren a tu paso
Y el corazón vuelve de lejos a asomarse
Hasta llegar a tu frente
Y verte como la magia resplandeciente
Montaña de oro o de nieve
Con el humo fabuloso de tu cabellera
Con las bestias nocturnas en los ojos
Y tu cuerpo de rescoldo
Con la noche que riegas a pedazos
Con los bloques de noche que caen de tus manos
Con el silencio que prende a tu llegada
Con el trastorno y el oleaje
Con el vaivén de las casas
Y el oscilar de luces y la sombra más dura
Y tus palabras de avenida fluvial
Tan pronto llegas y te fuiste
Y quieres poner a flote mi vida
Y sólo preparas mi muerte
Y la muerte de esperar
Y el morir de verte lejos
Y los silencios y el esperar el tiempo
Para vivir cuando llegas
Y me rodeas de sombra
Y me haces luminoso
Y me sumerges en el mar fosforescente donde acaece tu estar
Y donde sólo dialogamos tú y mi noción oscura y pavorosa de tu ser
Estrella desprendiéndose en el Apocalipsis
Entre bramidos de tigres y lágrimas
De gozo y gemir eterno y eterno
Solazarse en el aire rarificado
En que quiero aprisionarte
Y rodar por la pendiente de tu cuerpo
Hasta tus pies centelleantes
Hasta tus pies de constelaciones gemelas
En la noche terrestre
Que te sigue encadenada y muda
Enredadera de tu sangre
Sosteniendo la flor de tu cabeza de cristal moreno
Acuario encerrando planetas y caudas
Y la potencia que hace que el mundo siga en pie y guarde el equilibrio de los mares
Y tu cerebro de materia luminosa
Y mi adhesión sin fin y el amor que nace sin cesar
Y te envuelve
Y que tus pies transitan
Abriendo huellas indelebles
Donde puede leerse la historia del mundo
Y el porvenir del universo
Y ese ligarse luminoso de mi vida
A tu existencia.

César Moro (1903-1956)
La tortuga ecuestre - 1938

Cesar Calvo - 2x1

::: Venid a ver el cuarto del poeta :::
Desde la calle
hasta mi corazón
hay cincuenta peldaños de pobreza.
Subidlos.
A la izquierda.

Si encontráis a mi madre en el camino,
cosiendo su ternura a mi tristeza,
preguntadle
por el amado cuarto del poeta.

Si encontráis a Evelina
contemplando morir la primavera,
preguntadle
por mi alma
y también por el cuarto del poeta.

Y si encontráis llorando a la alegría
océanos y océanos de arena,
preguntadle
por todos
y llegaréis al cuarto del poeta:
una silla, una lámpara,
un tintero de sangre, otro de ausencia,
las arañas tejiendo sordos ruidos
empolvados de lágrimas ajenas,
y un papel donde el tiempo
reclina tenazmente la cabeza.

Venid a ver el cuarto del poeta.
Salid a ver el cuarto del poeta.
Desde mi corazón
hasta los otros
hay cincuenta peldaños de paciencia.
¡Voladlos, compañeros!

(si no me halláis
entonces
preguntadme
dónde estoy encendiendo las hogueras)


::: Los utensilios propicios :::
Un árbol inocente, alguna cuerda.

Pedestal para Nadie-1975

Cesar Calvo (1940-2000)

Los dados eternos


Para Manuel González Prada, esta
emoción bravía y selecta, una de las
que, con más entusiasmo, me ha
aplaudido el gran maestro.

Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
¡tú no tienes Marías que se van!

Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!

Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado.
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.

Dios míos, y esta noche sorda, obscura,
ya no podrás jugar, porque la tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.

Cesar Vallejo (1892 - 1938)
Los Heraldos Negros - 1918
http://www.literatura.us/vallejo/

Everness


Sólo una cosa no hay. Es el olvido
Dios que salva el metal salva escoria
y cifra en Su profética memoria
las lunas que serán y las que han sido.

Ya todo esta. Los miles de reflejos
que entre los dos crepúsculos del día
tu rostro fue dejando en los espejos
y los que ira dejando todavía.

Y todo es una parte
del diverso cristal de esa memoria, el universo;
no tienen fin sus arduos corredores
y las puertas se cierra tu paso;
sólo del otro lado del ocaso
verás los Arquetipos y Esplendores.

Jorge Luis Borges (1899-1986)
http://www.literatura.us/borges/
El Otro, el mismo - 1964
“Algo, que ciertamente no se nombra con la palabra azar,
rige estas cosas”–Poema de los dones (El hacedor – 1960)

Poemas underwood


Prosa dura y magnífica de las calles de la ciudad sin inquietudes estéticas.
Por ellas se va con la policía a la felicidad.
La poesía gafa de las ventanas es un secreto de costureras.
No hay más alegría que la de ser un hombre bien vestido.
Tu corazón es una bocina prohibida por las ordenanzas de tráfico.
Las casas rumian sus paces de buey.
Si dejaras saber que eres un poeta, irías a la comisaría.
Límpiate de entusiasmos los ojos.
Los automóviles te soban las caderas, volviendo la cabeza.
Cree tú que son mujeres viciosas. Así tendrás tu aventura y tu sonrisa para después de la cena.
Los hombres que tropiezas tienen la carne encallecida de oficina.
El amor está en cualquier parte, pero en ninguna está de otro modo.
Pasaban obreros con los ojos resentidos con la tarde, con la ciudad y con los hombres.
¿Por qué había de fusilarte la Checa? Tú no has acaparado sino tu alma.
La ciudad lame la noche como una gata famélica.
Y tú eres un hombre feliz, quizá el único hombre feliz.
Tienes camisa y no tienes grandes pensamientos de ninguna clase.
Ahora siento cólera contra los acusadores y los consoladores.
Spengler es un tío asmático, y Pirandello es un viejo estúpido, casi un personaje suyo.
Pero no he de enfurecerme por pequeñeces.
Mil cosas han hecho los hombres peores que sus culturas: Las novelas de Víctor Hugo, la democracia, la instrucción primaria, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera.
Pero los hombres se empeñan en amarse los unos a los otros.
Y, como no lo consiguen, acaban por odiarse.
Porque no quieren creer que todo es irremediable.
La polis griega sospecho que fue un lupanar al que había que ir con revólver.
Y los griegos, a pesar de su cultura, fueron hombres felices.
Yo no he pecado mucho, pero ya sé de estas cosas.
Bertoldo diría estas cosas mejor, pero Bertoldo no las diría nunca. El no se mete en honduras -y está viejo, quiere paz y hasta apoya a los moderados.
El mundo no está precisamente loco, pero sí demasiado decente. No hay manera de hacerle hablar cuando está borracho. Cuando no lo está abomina de la borrachera o ama a su prójimo.
Pero yo no sé sinceramente qué es el mundo ni qué son los hombres.
Sólo sé que debo ser justo y honrado y amar a mi prójimo.
Y amo a los mil hombres que hay en mí, que nacen y mueren a cada instante y no viven nada.
He aquí mis prójimos.
La justicia es unas estatuas feas en las plazas de las ciudades.
Ninguna de ellas me gusta ni poco ni mucho -no son diosas ni mujeres.
Yo amo la justicia de las mujeres sin túnica y sin divinidad.
En punto a honradez, no soy de los peores.
Como mi pan a solas, sin dar envidia a mi prójimo.
Nací en una ciudad, y no sé ver el campo.
Me he ahorrado el pecado de desear que fuera mío.
En cambio deseo el cielo.
Casi soy un hombre virtuoso, casi un místico.
Me gustan los colores del cielo porque es seguro que no son tintes alemanes.
Me gusta andar por las calles algo perro, algo máquina, casi nada hombre.
No estoy muy convencido de mi humanidad; no quiero ser como los otros. No quiero ser feliz con permiso de la policía.
Ahora en las calles hay un poco de sol.
No sé quién se lo ha llevado, qué mal hombre, dejando manchas en el suelo como un animal degollado.
Pasa un perrito cojo -he aquí la única compasión, la única caridad, el único amor de que soy capaz.
Los perros no tienen Lenin, y esto les garantiza una vida humana pero verdadera.
Andar por las calles como los hombres de Pío Baroja -(todos un poco perros)-.
Mascar huesos como los poetas de Murger, pero con serenidad.
Pero los hombres tienen posvida.
Por eso dedican su vida al amor del prójimo.
El dinero lo hacen para matar el tiempo inútil, el tiempo vacío...
Diógenes es un mito -la humanización del perro.
El anhelo que tienen los grandes hombres de ser completamente perros. Los pequeños hombres quieren ser completamente grandes hombres, millonarios, a veces dioses.
Pero estas cosas deben decirse en voz baja -siento miedo de oírme a mi mismo.
Yo no soy un gran hombre -yo soy un hombre cualquiera que ensaya las grandes felicidades.
Pero la felicidad no basta a ser feliz.
El mundo está demasiado feo, y no hay manera de embellecerlo.
Sólo puedo imaginarlo como una ciudad de burdeles y fábricas bajo un aletazo de banderas rojas.
Yo me siento las manos delicadas.
¿Qué soy, qué quiero? Soy un hombre y no quiero nada.
O, tal vez, ser un hombre como los toros o como los otros.
Tú no tienes las orejas demasiadas grandes.
Yo quiero ser feliz de una manera pequeña. Con dulzura, con esperanza, con insatisfacción, con limitación, con tiempo, con perfección.
Ahora puedo embarcarme en un trasatlántico. E ir pescando durante la travesía aventuras como peces.
Pero ¿a donde iría yo?.
El mundo me es insuficiente.
Es demasiado grande, y no pudo desmenuzarlo en pequeñas satisfacciones como yo quiero.
La muerte es sólo un pensamiento, nada más, nada más...
Y yo quiero que sea un largo deleite con su fin, con su calidad.
El puerto, lleno de niebla, está demasiado romántico.
Citeres es un balneario norteamericano.
Las yanquis tiene la carne demasiado fresca, casi fría, casi muerta.
El panorama cambia como una película desde todas las esquinas.
El beso final ya suena en la sombra de la sala llena de candelas de cigarrillos. Pero está no es la escena final. pero ello es por lo que el beso suena.
Nada me basta, ni siquiera la muerte; quiero medida, perfección, satisfacción , deleite.
¿Cómo he venido a parar en este cinema perdido y humoso?.
La tarde ya se habrá acabado en la ciudad. Y yo todavía me siento la tarde.
Ahora recuerdo perfectamente mis años inocentes. Y todos los malos pensamientos se me borran del alma. Me siento un hombre que no ha pecado nunca.
Estoy sin pasado, con un futuro excesivo.
A casa...


Rafael de la Fuente Benavides @ Martin Adan (1908-1985)
La casa de carton - 1919

Padre nuestro

Padre nuestro que estas en el cielo
lleno de toda clase de problemas
con el ceño fruncido
como si fueras un hombre vulgar
No pienses más en nosotros.

Comprendemos que sufres
porque no puedes arreglar las cosas.

Sabemos que el Demonio no te deja tranquilo
Desconstruyendo lo que tú construyes.

El se rie de ti
pero nosotros lloramos contigo:
No te preocupes de sus risas diabolicas.

Padre nuestro que estás donde estás
rodeado de angeles desleales
sinceramente: no sufras más por nosotros
tienes que darte cuenta
de que los dioses son infalibes
y que nosotros perdonamos todo.

Nicanor Parra (1914-)
Obra Gruesa - 1969

Rayuela - Extracto

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Julio Cortazar (1914-1984)
Rayuela - 1963

La Resistencia - Extracto


Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera los profundos desencuentros, son obra de las casualidades, sino que nos están misteriosamente reservados. ¡Cuántas veces en la vida me ha sorprendido cómo, entre las multitudes de personas que existen en el mundo, nos cruzamos con aquellas que, de alguna manera, poseían las tablas de nuestro destino, como si hubiéramos pertenecido a una misma organización secreta, o a los capítulos de un mismo libro! Nunca supe si se los reconoce porque ya se los buscaba, o se los busca porque ya bordeaban los aledaños de nuestro destino.

Ernesto Sabato (1911 - Nunca!)
La Resistencia - 2000
"La vida es tan corta y el oficio de vivir tan dificil,
que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse"-Ernesto Sabato

Días como navajas, noches llenas de ratas


Siendo muchacho dividí en partes iguales el tiempo
entre los bares y las bibliotecas; cómo me las arreglaba para proveerme de
mis otras necesidades es un puzzle; bueno, simplemente no
me preocupaba demasiado por eso-
si tenía un libro o un trago entonces no pensaba demasiado
en otras cosas- los tontos crean su propio
paraíso.

En los bares, pensaba que era rudo, quebraba cosas, peleaba
con otros hombres, etc...

En las bibliotecas era otra cosa: estaba callado, iba
de sala en sala, no leía tantos libros enteros
sino partes de ellos: medicina, geología, literatura y
filosofía. Psicología, matemáticas, historia, otras cosas me
aburrían. Con la música estaba más interesado en la música y en
la vida de los compositores que en los aspectos técnicos...

Sin embargo, era con los filósofos con los que me sentía en hermandad:
Schopenhauer y Nietzsche, incluso aquel viejo díficil-de-leer Kant;
encontré que Santayana, bastante popular en aquella época,
cojeaba y era aburrido; con Hegel realmente tenías que escarbarlo, sobre todo
con una resaca; hay muchos de los que leí de los que me he olvidado,
quizás con buena razón, pero recuerdo un tipo que escribió un
libro entero en el que probaba que la luna no estaba allí
y tan bien lo hizo que después pensaba, está
absolutamente en lo cierto, la luna no está allí.

¿Cómo cresta va un muchacho dignarse a trabajar
8 horas al día cuando la luna ni siquiera está allí?
¿qué otra cosa
estará faltando?
y
no me gustaba la literatura tanto como los críticos
literarios; ellos sí que eran verdaderos aguijones, esos tipos usaban
un lenguaje refinado, hermoso a su manera, para llamar a otros
críticos, otros escritores, unos huevones. Me
subían el ánimo
peor eran los filósofos quienes satisfacían
esa necesidad
que acechaba en alguna parte de mi confuso cráneo: vadeando
por sus excesos y su
vocabulario cuajado
aún me asombraban
saltaban hacia mí
brincaban
con una llameante declaración lúdica que aparecía ser
una verdad absoluta o una puta casi
absoluta verdad,
y esta certeza era la que yo buscaba en una vida
diaria que más bien parecía un pedazo de
cartón.

Qué grandes tipos eran esos viejos perros, me ayudaron a atravesar
esos días como navajas y noches llenas de ratas; y mujeres
regateando como martilleros del infierno.

Mis hermanos, los filósofos, me hablaban como nadie
venido de las calles o alguna otra parte; llenaban
un inmenso vacío.
Qué buenos muchachos, ah, ¡qué buenos muchachos!

Sí las bibliotecas ayudaron; en mi otro templo, los bares,
era otra cosa, más simplista, el
lenguaje y el camino era diferente...

Días de bibliotecas, noches de bares.
las noches eran todas parecidas,
hay un tipo sentado cerca, quizás no de
mal aspecto, pero a mí no me parece bien,
hay una horrible muerte allí -pienso en mi padre,
en maestros de escuela, en caras, en las monedas y billetes; en sueños
de asesinos de ojos fríos; bueno,
de alguna forma este tipo y yo llegamos a cruzar miradas
una furia lentamente comienza a acumularse: somos enemigos,
gato y perro, cura y ateo, fuego y agua; la tensión crece,
bloque sobre bloque apilado, esperando el choque; nuestras manos
se abren y cierran, cada uno bebe, ahora, finalmente con un propósito:

Su cara se torna hacia mí:
"¿Alguna huevá te molesta?"

"Sí. tú"

"¿Quereís algo
p'arreglarla?"

"Seguro."

Terminamos nuestros tragos, no paramos, nos movemos hacia el
fondo del bar, afuera en el callejón; nos
damos vuelta, mirándonos cara a cara.

Le digo, "no hay más que aire entre nosotros. ¿algo
para cerrar el hueco?"

El se precipita hacia mí y de alguna forma es una parte de una parte de la parte.


Charles Bukowski (1920-1994)
Last Night on Earth Poems -1992

El próximo mes me nivelo (Julio Ramón Ribeyro, 1969)

El próximo mes me nivelo El próximo mes me nivelo (no se publicó como un libro individual,  fue publicado en 1972  como parte del  segundo t...