Wednesday, February 20, 2008

Perú de tierra y agua

Yo vivo en el Perú que está contento con su hortaliza fresca y a buen precio en Vivanda.

Es el Perú del 40 por ciento de respaldo al mutado doctor Alan García, el sorprendente inventor de un brebaje que lo llevó de González Prada a Riva Agüero pasando por un tubo catódico de marca Westinghouse.

En este Perú subarrendado en el que vivo, la Bolsa se escribe con B mayúscula, Máncora es el nombre de unas vacaciones, Ricardo Bedoya es el mejor crítico de cine y en las noches de aburrimiento te pones un DVD para ver el documental vitriólico sobre las corporaciones que, en el fondo, admiras porque hasta lo que sudan huele a éxito.

Yo pertenezco a ese Perú y vivo en su burbuja.

Es el Perú que viene directamente de Nicolás de Ribera, el Viejo, primer alcalde de Lima y compañero de aventuras de Francisco Pizarro, el Perú que continúa en la testa del primer presidente del Perú –José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, llamado “gran traidor” por Simón Bolívar y condenado a muerte por el libertador–, gotea en el general que da un golpe de Estado para poder firmar el infame Tratado de Ancón con Chile (sí, Iglesias, 1883) y quizás tenga su mayor expresión sociológica y literaria en la exquisita solicitud que escribe el historiador José de la Riva ­Agüero y Osma –el que fundaría la universidad Católica, el bisnieto del primer presidente del Perú– y que firma su madre, Dolores de Osma y Riglos de de la Riva Agüero. El petitorio estuvo dirigido al rey de España Alfonso XIII y tuvo como objetivo que el gobierno peninsular la autorizara a volver a ­usar el título nobiliario correspondiente al marquesado de Monte Alegre de Aulestia, estatuto del que la familia disfrutó antes del advenimiento de la malhadada República.

De allí viene el Perú que limita con el futuro. El Perú que sabe (o supo) que Montaner y Simón no era un dúo folclórico y que a Antonio Cánovas del Castillo lo mató un anarquista. El Perú de Menéndez y Pelayo, ayer, y hoy de Repsol.

Pero hay otro Perú que rabia y sufre hace tantos años que ya nadie recuerda cómo empezó todo. Uno que presenta su pliego petitorio ante otro Alfonso XIII y no pide un marquesado devuelto sino semillas, un banco que no esquilme, precios que justiprecien su trabajo, minas adecentadas que no los arrinconen ni los hagan escupir plomo, Estado en el buen sentido –en el del contrato social–.

Pero a ese Perú titular de estas tierras, viejo y doliente, a ­ese Perú de tierra y agua, el Estado le llegó con el encomendero y con el palo, con los máuseres que Rosendo Maqui sabía distinguir, con Arana y su mierda, con Celestino Manchego y su mierdita. Porque a ese país que no nos pertenece se le trata siempre como si fuera que la Confederación de Santa Cruz hubiese tenido éxito y ellos fueran el Alto Perú. Es el Perú del que nos separa el abismo de cien masacres y ningún arrepentimiento. Es el país rural que fue el primero y ahora es borrado desde los presupuestos y negado en lengua de ministro y tratado como un hijo irresponsable por el Alfonso XIII que esté a cargo, no importa quién sea porque siempre será igual.

Bueno, pues ese país está rugiendo. Y no diré que “se ha ­echado a andar” porque eso lo decía el Che y miren en qué terminaron las andanzas. Ni diré que ahora sí tendrán que escuchar a tanto harto tomando las carreteras de ese otro país (al que pertenezco y donde nado). Ese otro país que tiene la clave de la caja fuerte y el abracadabra de los BCR. La verdad es que ni siquiera sé si los escucharán. Lo que sí sé es que mañana (hoy) un montón de hipócritas se harán los sorprendidos y llamarán a la guardia civil de Leguía y al juez de turno que hacía llamar la Standard Oil y al arma larga que siempre disparó desde los cerros y seguirá disparando desde el Perú de Riva Agüero y Sánchez Boquete.

CÉSAR HILDEBRANDT.

http://www.diariolaprimeraperu.com/

Monday, February 18, 2008

Puertas - Gabriela Mistral


Entre los gestos del mundo
recibí el que me dan las puertas.
En la luz yo las he visto
o selladas o entreabiertas
y volviendo sus espaldas
del color de la vulpeja.
¿Por qué fue que las hicimos
para ser sus prisioneras?

Del gran fruto de la casa
son la cáscara avarienta.
El fuego amigo que gozan
a la ruta no lo prestan.
Canto que adentro cantamos
lo sofocan sus maderas
y a su dicha no convidan
como la granada abierta:
¡Sibilas llenas de polvo,
nunca mozas, nacidas viejas!

Parecen tristes moluscos
sin marea y sin arenas.
Parecen, en lo ceñudo,
la nube de la tormenta.
A las sayas verticales
de la Muerte se asemejan
y yo las abro y las paso
como la caña que tiembla.

«¡No!», dicen a las mañanas
aunque las bañen, las tiernas.
Dicen «¡No!» al viento marino
que en su frente palmotea
y al olor de pinos nuevos
que se viene por la Sierra.
Y lo mismo que Casandra,
no salvan aunque bien sepan:
porque mi duro destino
él también pasó mi puerta.

Cuando golpeo me turban
igual que la vez primera.
El seco dintel da luces
como la espada despierta
y los batientes se avivan
en escapadas gacelas.
Entro como quien levanta
paño de cara encubierta,
sin saber lo que me tiene
mi casa de angosta almendra
y pregunto si me aguarda
mi salvación o mi pérdida.

Ya quiero irme y dejar
el sobrehaz de la Tierra,
el horizonte que acaba
como un ciervo, de tristeza,
y las puertas de los hombres
selladas como cisternas.
Por no voltear en la mano
sus llaves de anguilas muertas
y no oírles más el crótalo
que me sigue la carrera.

Voy a cruzar sin gemido
la última vez por ellas
y a alejarme tan gloriosa
como la esclava liberta,
siguiendo el cardumen vivo
de mis muertos que me llevan.
No estarán allá rayados
por cubo y cubo de puertas
ni ofendidos por sus muros
como el herido en sus vendas.

Vendrán a mí sin embozo,
oreados de luz eterna.
Cantaremos a mitad
de los cielos y la tierra.
Con el canto apasionado
heriremos puerta y puerta
y saldrán de ellas los hombres
como niños que despiertan
al oír que se descuajan
y que van cayendo muertas.

Gabriela Mistral
(1889-1957)

El próximo mes me nivelo (Julio Ramón Ribeyro, 1969)

El próximo mes me nivelo El próximo mes me nivelo (no se publicó como un libro individual,  fue publicado en 1972  como parte del  segundo t...