Tuesday, September 27, 2005

Padre nuestro

Padre nuestro que estas en el cielo
lleno de toda clase de problemas
con el ceño fruncido
como si fueras un hombre vulgar
No pienses más en nosotros.

Comprendemos que sufres
porque no puedes arreglar las cosas.

Sabemos que el Demonio no te deja tranquilo
Desconstruyendo lo que tú construyes.

El se rie de ti
pero nosotros lloramos contigo:
No te preocupes de sus risas diabolicas.

Padre nuestro que estás donde estás
rodeado de angeles desleales
sinceramente: no sufras más por nosotros
tienes que darte cuenta
de que los dioses son infalibes
y que nosotros perdonamos todo.

Nicanor Parra (1914-)
Obra Gruesa - 1969

Rayuela - Extracto

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Julio Cortazar (1914-1984)
Rayuela - 1963

La Resistencia - Extracto


Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera los profundos desencuentros, son obra de las casualidades, sino que nos están misteriosamente reservados. ¡Cuántas veces en la vida me ha sorprendido cómo, entre las multitudes de personas que existen en el mundo, nos cruzamos con aquellas que, de alguna manera, poseían las tablas de nuestro destino, como si hubiéramos pertenecido a una misma organización secreta, o a los capítulos de un mismo libro! Nunca supe si se los reconoce porque ya se los buscaba, o se los busca porque ya bordeaban los aledaños de nuestro destino.

Ernesto Sabato (1911 - Nunca!)
La Resistencia - 2000
"La vida es tan corta y el oficio de vivir tan dificil,
que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse"-Ernesto Sabato

Días como navajas, noches llenas de ratas


Siendo muchacho dividí en partes iguales el tiempo
entre los bares y las bibliotecas; cómo me las arreglaba para proveerme de
mis otras necesidades es un puzzle; bueno, simplemente no
me preocupaba demasiado por eso-
si tenía un libro o un trago entonces no pensaba demasiado
en otras cosas- los tontos crean su propio
paraíso.

En los bares, pensaba que era rudo, quebraba cosas, peleaba
con otros hombres, etc...

En las bibliotecas era otra cosa: estaba callado, iba
de sala en sala, no leía tantos libros enteros
sino partes de ellos: medicina, geología, literatura y
filosofía. Psicología, matemáticas, historia, otras cosas me
aburrían. Con la música estaba más interesado en la música y en
la vida de los compositores que en los aspectos técnicos...

Sin embargo, era con los filósofos con los que me sentía en hermandad:
Schopenhauer y Nietzsche, incluso aquel viejo díficil-de-leer Kant;
encontré que Santayana, bastante popular en aquella época,
cojeaba y era aburrido; con Hegel realmente tenías que escarbarlo, sobre todo
con una resaca; hay muchos de los que leí de los que me he olvidado,
quizás con buena razón, pero recuerdo un tipo que escribió un
libro entero en el que probaba que la luna no estaba allí
y tan bien lo hizo que después pensaba, está
absolutamente en lo cierto, la luna no está allí.

¿Cómo cresta va un muchacho dignarse a trabajar
8 horas al día cuando la luna ni siquiera está allí?
¿qué otra cosa
estará faltando?
y
no me gustaba la literatura tanto como los críticos
literarios; ellos sí que eran verdaderos aguijones, esos tipos usaban
un lenguaje refinado, hermoso a su manera, para llamar a otros
críticos, otros escritores, unos huevones. Me
subían el ánimo
peor eran los filósofos quienes satisfacían
esa necesidad
que acechaba en alguna parte de mi confuso cráneo: vadeando
por sus excesos y su
vocabulario cuajado
aún me asombraban
saltaban hacia mí
brincaban
con una llameante declaración lúdica que aparecía ser
una verdad absoluta o una puta casi
absoluta verdad,
y esta certeza era la que yo buscaba en una vida
diaria que más bien parecía un pedazo de
cartón.

Qué grandes tipos eran esos viejos perros, me ayudaron a atravesar
esos días como navajas y noches llenas de ratas; y mujeres
regateando como martilleros del infierno.

Mis hermanos, los filósofos, me hablaban como nadie
venido de las calles o alguna otra parte; llenaban
un inmenso vacío.
Qué buenos muchachos, ah, ¡qué buenos muchachos!

Sí las bibliotecas ayudaron; en mi otro templo, los bares,
era otra cosa, más simplista, el
lenguaje y el camino era diferente...

Días de bibliotecas, noches de bares.
las noches eran todas parecidas,
hay un tipo sentado cerca, quizás no de
mal aspecto, pero a mí no me parece bien,
hay una horrible muerte allí -pienso en mi padre,
en maestros de escuela, en caras, en las monedas y billetes; en sueños
de asesinos de ojos fríos; bueno,
de alguna forma este tipo y yo llegamos a cruzar miradas
una furia lentamente comienza a acumularse: somos enemigos,
gato y perro, cura y ateo, fuego y agua; la tensión crece,
bloque sobre bloque apilado, esperando el choque; nuestras manos
se abren y cierran, cada uno bebe, ahora, finalmente con un propósito:

Su cara se torna hacia mí:
"¿Alguna huevá te molesta?"

"Sí. tú"

"¿Quereís algo
p'arreglarla?"

"Seguro."

Terminamos nuestros tragos, no paramos, nos movemos hacia el
fondo del bar, afuera en el callejón; nos
damos vuelta, mirándonos cara a cara.

Le digo, "no hay más que aire entre nosotros. ¿algo
para cerrar el hueco?"

El se precipita hacia mí y de alguna forma es una parte de una parte de la parte.


Charles Bukowski (1920-1994)
Last Night on Earth Poems -1992

Poeta negro

Poeta negro, un seno de doncella te persigue
poeta agrio, la vida hierve y la ciudad arde
y el cielo se deshace en lluvia
Tu pluma rasguña el corazón de la vida
Selva, selva, hormiguean ojos
en las multiplicadas cúspides
tormentosos cabellos, los poetas
montan caballos y perros
los ojos airados, las lenguas giran
el cielo fluye por nuestras narices
como una leche nutritiva y azul
estoy suspendidas de nuestras bocas
mujeres, duros corazones de vinagre...

Antonin Artaud (.Nació el 4 de septiembre de 1896)
"sin más amigo que mi corazón que espera hallar felicidad en todo" -PERE GIMFERRER-

Quiero acabar de explicarle mi alma

Una cita para recordar a quienes nos precedieron en la tarea de hacer belleza.
"Quiero acabar de explicarle mi alma"
"Cualquiera que haya escrito, pintado, esculpido, construido,
modelado, inventado, lo ha hecho sólo para escapar del infierno."
Desde un infierno "que contiene un grado suficiente de catástrofe",
un grado excesivo de desaliento, la palabra busca enlazarse a la carne:
"trazaron el itinerario
del inicio de las generaciones
en el cuerpo
palmípedo
de mis orificios
míos.
Cuáles, orificios de qué?
del espíritu, del alma,
de mí y de ser;"
Desde los orificios nunca bordados por la función ordenadora de
quien es reclamado a presentarse, el texto denuncia su necesidad,
su necesidad de denunciar:
"en la mugre de un paraíso
donde el primer
defraudado de la tierra
no fue la madre o el padre
que te volvió a armar en este antro
sino
YO
paralizado en mi locura."

Antonin Artaud (Nació el 4 de septiembre de 1896)

Alessandra Rebecca, un sol y un cielo en mi mundo sin tiempo

El espejismo de los sentenciados

Ayer soñé
que despertabas en mi pecho, ayer soñé
que dibujabas en mi orilla una razón, una canción para mi
Al despertar quise ver el sueño hecho realidad
vivir el tiempo que nos queda por andar
pero al mirarme me dijiste olvídate
es solo un sueño y nada mas despiértate
de una vez.

Leuzemia – Yasijah (1999)

Aumenta la criminalidad infantil en los Estados Unidos

(Según informa la prensa)
Una moneda cae cara o cruz
como la cruz de Cristo o los ladrones,
como la cara cae gracia o sombra
como la luna cae estatua o perro,
y al pie de ese deslinde, vela la Gran Costumbre
La Gran Costumbre con capucha de avestruz vela al pie del deslinde
para que una moneda caiga siempre cara
y toda cara siempre sombra caiga,
para que toda cruz sea Cristo,
para que el pie no salga de su huella vela la Gran Costumbre,
vela con largos dientes colgando sobre el labio cuneiforme,
baskerville, elzevir: el Código, ese nombre del hombre vuelto Historia.

-Salud, maravillosos niños norteamericanos
llamados a lavar la lepra hereditaria,
irrumpiendo en la sala cuando el padre y la madre
miraban la TV
con una sana, perfecta puñalada, con un fierrazo en
las cabezas
donde Kolynos o Goodyear vaciaban sus gusanos de
manteca podrida.
Saludo a Mervyn Rose, a Sandy Lee, a Roy McCall, a
Dick pecoso y sucio,
y a Lana Turner junior, capaz de hacer lo que no
hará la silla eléctrica.
Salud, jóvenes héroes, asesinos de un tiempo proxeneta.
Legítima defensa, muchachito, están tratando de violarte,
te acorralan
con un bozal de enciclopedias, promoción y De Soto,
con el dentífrico perfecto, el telegrama en fórmula de lujo,
con discos de Sinatra o del Cuarteto Húngaro,
ve, gánales de mano,
no te vendo palabras, mátalos de verdad para que vivan,
quiero decir: arráncalos de cuajo,
haz pedazos la rueda de las ruedas, destruye a escupitajos
una historia
que masturba sus monos al ritmo de las máquinas de Time,
que entroniza princesas de ruleta católica,
que engendra putas para despreciarlas desde el lecho
legítimo
con un desprecio que no irá jamás a un almirante o a
un obispo.
Oh niños asesinos, oh salvajes antorchas
fulminando a las tías comedoras de estampas y pantallas
floreadas,
a los abuelitos con medallas de honor en la entrepierna,
a los papás que pontifican experiencia,
a las mamás que cosen los botones con aire de martirio.
Una lata de nafta, un fósforo y se acaba: la hoguera es
una rosa,
la noche de San Juan empieza, hosanna!

Mientras se viva así, en la Gran Costumbre,
mientras la historia siga su cópula gomosa con la Historia,
mientras el tiempo sea hijo del Tiempo
y preservemos las podridas efemérides
y los podridos héroes de desfile,
las caras serán sombras, las cruces
serán Cristo, y la luz el amargo kilowatio, y el amor
revancha y no leopardo.
(Algunos, pocos, viven desacostumbrándose.
Los matan a montones, pero siempre hay alguno
que escapa, que espera a la salida de la escuela
para alentar al colegial de ojos de hielo
y regalarle un cortaplumas).

Julio Cortazar Julio Cortazar (1914-1984)
La Vuelta al día en ochenta mundos - 1967

Saturday, August 27, 2005

FINIS DESOLATRIX VERITAE


Cuando me incorporé tuve la sensación de haber sido animado por una corriente eléctrica. Mi esqueleto estaba intacto y podía mover los miembros sin dificultad, en el trágico paisaje. Sobre la estéril extensión nada acusaba a la vida. Todo lo que alguna vez fuera animado, todo lo que surgiera sobre la tierra por el raro soplo del germen, los edificios, los árboles, los hombres, las aguas, el ruido del mar, todo había concluido. Me encontraba sobre una yerma extensión despoblada. en el horizonte ilimitado y oscuro, nada se destaca sobre el suelo. El Sol, como un foco enorme y amarillo, estaba inmóvil en el vasto confín, y ya sus nubes inmóviles encapotaban el cielo. A mi derredor había un gran hacinamiento de huesos y era dificultoso ver el suelo. De pronto sentí una vibración uniforme que agitaba todos los despojos. Como movidos por una corriente el eléctrica intermitente, los huesos pugnaban por levantarse y volvían a caer sin movimiento como desmayados. El tinte pálido del Sol, ya muerto, animaba cloróticamente aquella doliente visión.
Entonces vínome a la memoria, después de grandes esfuerzos, el pasado. Me parecía haber despertado de un sueño rápido. Hice recuerdos y coordiné lo siguiente: Yo estaba la última vez en mi lecho. Una luz pálida iluminaba mi alcoba y un amigo, mi médico, teníame el pulso, grave, sin pronunciar una palabra. De pronto entraron en mi habitación mi madre y mis hermanas. Sentí un cuchichear de voces, vi caras entristecidas, y a una palabra del médico, rompieron a sollozar. El médico hizo una seña. Ya no podía moverme; había perdido el dominio sobre mí mismo y los párpados caían sobre mis ojos, pesadamente. Pero mi conciencia estaba perfectamente clara. Oía aún sollozos; sentí que alguien, mi madre, me abrazaba llorando; sentí que un Cristo de metal descansaba en mi pecho; una mano pasó frente a mis labios un espejo, y después todo se desvaneció.

Yo debí ser sepultado, naturalmente en el cementerio de mi pueblo. El cementerio no distaba un kilómetro de la ciudad; nosotros poseíamos un mausoleo. ¿Por qué, pues, me encontraba yo en este desolado paraje, cuando el espíritu volvía a animar mi esqueleto en esta hora definitiva?
Quién podía haber trasladado mis restos a este extraño lugar? Por otra parte, dónde estaban mis seres amados? Por qué me encontraba yo solo en medio de tantos despojos? Una duda mortal y fría me lastimaba. Extendí la vista para buscar en la extensión gris algo tangible a qué poderme referir y vi lejos, muy lejos, sobre la enorme extensión de huesos, un esqueleto que como yo, se elevaba en aquel campo de desolación. sobre la gran cantidad de huesos se incorporaban ya algunos esqueletos que trataban de ponerse en pie; pero volvían a caer sin ánimo sobre la tierra. Me encaminé con dificultad entre las óseas capas hacia el esqueleto. A mi paso cruzaban de repente, con velocidad tibias, omóplatos y cráneos que iban a reunirse con sus cuerpos. Llegué donde el esqueleto, solemne y grave, se erguía. Miraba cuando yo, acercándome, me puse a su lado.

-Quién sois, espíritu, y dónde estamos? - le dije.

No respondió.

-¿Qué ha sucedido? ¿Qué extraña pesadilla es ésta? ¿Por qué me encuentro aquí? ¿Vos no podrías responderme? ¿Quién ha animado mis huesos, quién me ha dado de nuevo estos sentidos que me permiten razonar? ¿Por qué mi cuerpo ha venido a aparecer aquí? ¿Qué tiempo hace, decidme, que desaparecí de la vida? ¿Dónde están mis seres amados? ¿Es esto la tierra? ¿Es aquel el Sol? Habladme, por vuestros más caros recuerdos, dadme una luz que amortigüe esta duda cruel... Estamos acaso en el infierno? ...

El esqueleto no me respondía.

-¡Decidme, por Dios, una palabra! ¿Qué tiempo hace que dejé de ser?... Yo era de una país joven, de un continente nuevo; cuando yo vivía, la vida era buena, los árboles alegraban el mundo, los ríos corrían desbordados, un soplo de actividad hacía evolucionar lo creado. ¿Dónde estamos?...
- En la tierra.
-¿Pero y el Tiempo?
-Ya no hay Tiempo.
-¿Y el Espacio?
-Ya no ha espacio.
-¿Y el sol?
-Véle allí, que agoniza; ya está inmóvil.
-¿Que ha pasado por el mundo?
-Los siglos.
-¿Estamos, pues, en el fin? Hemos sido llamados por Dios? ...
-¡Quién sabe!
-¿Vendrá ahora una manifestación divina, seremos destinados a otro planeta, a otra vida? ...
-¡Quién sabe!
-¿Han pasado muchos siglos? La humanidad ha vivido mucho tiempo? ¿Dónde está el progreso de los hombres? Nada ha quedado, acaso, de todos los esfuerzos, de todas las preocupaciones; ha podido el tiempo destruir tantas cosas magnificas?
-¡Quién sabe!
-¡Habladme, por Dios! Dadme una luz, sacadme de esta tortura o dejadme en la nada, pero no prolonguéis este estado de laceración. ¿Esta noche terminará? ¿Habrá una nueva aurora?
-¡Quién sabe!

En la extensión desolada y sombría, algunos esqueletos comenzaron a moverse y a animarse. Caminaban lejos de nosotros, en diversas direcciones.
-¿Vos sois acaso cristiano? ¿Conocisteis y amasteis a Cristo?
-Tú hablas de Cristo. ¿En tu tiempo aún se le conocía? ¿Eres tan viejo? Otras religiones se sucedieron en el mundo. Muchas vueltas dio la Humanidad. Hubo otros profetas, otros ideales, otras religiones, y tantas, que la Humanidad dudó un día que Cristo hubiera existido y que su religión hubiera tenido prosélitos.
-Eso es imposible. Cristo vive en el cielo. Cristo me salvará. Cristo está a la diestra de Dios, él era el Hijo de Dios, él velaba por la especie y por el Espíritu humano.
-¡Quién sabe!
-Cristo, a la hora final del Universo, vendrá a buscar a sus hijos, intercederá por ellos ante Dios, les dará una mansión de bienaventuranzas...
-¡Quién sabe!
-Allí nos reuniremos todos los que en vida nos amamos. Allí encontraremos todos los que en vida nos amamos. Allí encontraremos a nuestros seres queridos. Allí el espíritu de los buenos tendrá una dulce consolación.
-¡Quién sabe!
-Mi alma y mi cuerpo serán vueltos a la vida. Y mis amados serán vueltos a la vida y todo lo que fue volverá a ser.
-Tú no eres tú. Tú no fuiste. Tú no serás tú. Tu cuerpo venía de la tierra. Lo que fue un día en la vida tu sangre, había sido antes la vida latente de una serie de sustancias. Tu sangre vino del mineral que absorbe la planta y que dio el dulce fruto de nutrición a tu padre; en tu sangre había gases de la atmósfera que alimentaron los pulmones del que te engendró. En tu cerebro había neuronas que se componían de sustancias químicas y que se animaban al calor del sol, al efluvio de los cuerpos compuestos, al estímulo de excitantes diversos. Todo tú, eras sacado de la naturaleza. cuando volviste a la tierra, tus gases descompuestos ardieron en el fuego fatuo y se descompusieron en el aire; tus grasas alimentaron la tierra y dieron savia a los árboles del cementerio, de tu cerebro salieron gusanos, que dieron vida a las crisálidas, y un día las crisálidas levantaron sus finas alas en la limitada extensión del ataúd, en las sombras, y murieron, y también fueron nuevos gases que filtraron el zinc de tu caja. En tu cuerpo había aceites que penetraron en la madera y la pudrieron; en tus huesos había sales y sustancias que se descomponieron y se disgregaron y abonaron las raíces que los árboles buscaban. Un día nada quedó de tu cuerpo. Todo lo que formaba la armonía de tu ser, está hoy repartido. Una parte fue a convertirse en la madera de un mueble; otra parte, vegetal, fue a filtrarse en las neuronas de un hombre; los minerales sirvieron de componentes a una fortificación de guerra; algo de ti fue al espacio con otros elementos. Tú estás disgregado en la Naturaleza. Pero ya el sol no anima y la sustancia no vibra, y todo, todo, ha concluido definitivamente.
Ahora somos una vana imagen intangible; somos un recuerdo; pero toca tus miembros, busca tus huesos; no encontrarás nada, nada,

Y toqué mis miembros y nada era perceptible. Yo era una especie de efluvio, una idea, algo intangible, vago.

-Pero la humanidad no puede perecer así. Tenemos un fin. Yo soy creyente. Yo creo en Dios.
-Dios era lo que animaba el mundo y ya ves que no existe el mundo. Dónde está, pues, Dios?
-Dios existe y es eterno. El vendrá por sus hijos. Jesucristo me acompaña. Yo creo que él vendrá; él es la esperanza, el áncora de salvación del mundo. El se sacrificó por los hombres...
-¡Quién sabe!
-El no puede abandonar a los suyos. Vamos a invocarle. Vamos en pos de él. Recemos. Recemos, por Dios, recemos; la oración nos acercará al Creador. Jesucristo oirá nuestras plegarias.
-El esqueleto quedó un gran momento silencioso, con la calavera inclinada sobre el esternón, en desoladora actitud.
Yo comencé a rezar, espantado, contrito, poseído por un pavor trágico: Señor mío Jesucristo, dios y Hombre verdadero, Creador del cielo y de tierra...
-No reces, es inútil.
-¡Madre mía, madre mía! ¿Dónde estás? ¿Por qué no oyes mis clamores? ¿Por qué abandonas a tu hijo? ¿Dónde están tu espíritu, tu amor inmenso, tu abnegación y tu martirio? ¡Madre mía, madre mía! -gritaba yo desconsolado y mi voz se perdía sin eco en la extensión siniestra.
-¡No llames, es inútil!
-¿Pero por qué esta tortura? ¿Por qué esta crueldad? ¿Por qué se me ha vuelto a la vida, por qué esta maldita razón? ...
-No protestes ¡Es inútil!

Entonces yo me arrodillé a los pies de aquel raro esqueleto, y le dije sollozando, con toda la sinceridad de mi alma:

-¿Escuchadme: vamos en pos de Cristo. Invoquemos a Cristo; él es el único que puede salvarnos; él no nos abandonará; recemos, señor, recemos; sed piadoso, sed creyente; tal vez por vuestra falta de fe, él no nos escucha. Aunemos nuestra plegaria; creed en Cristo...

Y él, con una tristeza infinita, con una desoladora melancolía, con un desencanto indescriptible, inclinó la apesadumbrada cabeza y me dijo estas palabras:

-Hermano mío, Cristo soy yo.

Los huesos se animaban, se animaban, y el sol iba oscureciéndose, fijo en el mismo punto del horizonte.

Abraham Valderomar (1888 - 1919)

El próximo mes me nivelo (Julio Ramón Ribeyro, 1969)

El próximo mes me nivelo El próximo mes me nivelo (no se publicó como un libro individual,  fue publicado en 1972  como parte del  segundo t...