Tuesday, August 17, 2010

Andenes Circulares de Moray: Incanato y Geo-economía



A 45 minutos de la ciudad de Cusco, está Moray, el "templo" de los economistas peruanos. Cuando uno llega, luego de pasar por Maras, desde lo alto ve un inmenso pionono. En realidad, son andenes circulares que hoy conocemos simplemente como terrazas.

El incanomista de Moray


Se dice que cada "balcón" de Moray reproduce las condiciones climáticas de diferentes zonas del imperio incaico.

En este enigmático lugar se habrían simulado hasta veinte tipos de microclimas y entre la parte más alta y la más baja, distanciadas únicamente por treinta metros, habrían hasta quince grados centígrados de diferencia.

Moray era un centro de experimentación agrícola en donde el inca ensayaba distintos cultivos para diferentes alturas. Lo curioso es que el sistema de irrigación, hasta el día de hoy, sigue siendo un misterio. Ni las lluvias torrenciales logran inundarlo.



Si Machu Picchu simbolizó la grandeza religiosa y Sacsayhuamán la grandeza militar, Moray representó la grandeza económica.

En efecto, el sistema económico durante el incanato estaba basado en una organización de reciprocidad y redistribución que iba del ayllu (comunidad) al curaca (jefe del ayllu) y del curaca al inca (el curaca de los curacas), y luego del contacto comercial, en la dirección opuesta (del inca al curaca y del curaca al ayllu), dado que después de entregar lo producido se recibían a cambio los bienes que las otras comunidades cosechaban o elaboraban (agricultura, cerámicas, orfebrería y telares).

En este "TLC hacia adentro", el inca era el mercado central que todo lo recibía y, a su vez, el distribuidor central que todo lo repartía (por sus manos pasaba todo), pues intercambiaba la gran variedad de productos que le hacían llegar los diferentes ayllus de diferentes climas, permitiendo así que una considerable gama de bienes del conjunto del imperio incaico esté presente en cada comunidad por la relación de "parentesco" que se establecía.



En la cultura andina cuando alguien te entrega algo inicias una relación de reciprocidad que se conoce como "parentesco".

Huaqcha, el hombre pobre del incanato, significaba también "huérfano", lo cual revela que la riqueza y pobreza estaban asociadas al número de "parientes" con quienes se establecían relaciones de reciprocidad y redistribución.

En consecuencia, huaqcha era el hombre que, por no intercambiar, sólo comía papas. Por eso el inca, que era el que tenía más "parientes" y por lo tanto más productos, era el más rico. En la actualidad, el inca no dudaría en firmar un TLC ni en entregar un quipu a cambio de un Ipod.

La división del Tawantinsuyo (tawa es cuatro, suyo son partes) que conocemos como antisuyo, chinchaysuyo, contisuyo y collasuyo habría sido únicamente política y no económica. Y como los incas no tenían el concepto de mapa como el mundo occidental lo entiende, lo más probable es que estas fronteras hayan sido dibujadas por españoles.

En realidad, la "división" en los hechos era económica (esta zona es de papa y esta otra es de pescado) y se realizaba bajo un sistema de pisos ecológicos altitudinales, de los cuales Moray era el centro de ensayo y tanteo de la producción diversificada (cultivaban lo que rendía). Simple y llanamente, geoeconomía en su máxima expresión.

De esta manera, el sistema económico trasversal funcionaba para "acercar" e integrar a las comunidades permitiendo que la zona más alta donde sólo se podía cultivar papas pueda tener acceso al pescado de la zona más baja. En los otros pisos altitudinales, por supuesto, podían encontrar, por ejemplo, ají, frutas y maíz.

El fraccionamiento departamental que hoy tenemos en el Perú (país dividido en veinticuatro espacios) no refleja la integración económica de los ayllus y pisos altitudinales o curacazgos dado que fue realizada sobre la base de las delimitaciones de los corregimientos coloniales que, a su vez, expresaban la integración por conquista de los territorios (esto para mi y esto para ti, así de sencillo).

Y la conquista supuso la división de los grandes ayllus y curacazgos rompiendo el esquema de complementariedad y redistribución, con lo cual, el flujo comercial se quebró, las economías locales se aislaron y los huaqchas se multiplicaron (por ejemplo, entre Ayacucho y Huancavelica, dos de los departamentos más pobres del país, se rompió un ayllu grande).

En resumidas cuentas, desde siempre, en el Perú, la lógica de integración ha sido por pisos altitudinales. En sencillo, un departamento costeño más un departamento serrano más un departamento selvático sería igual a un espacio libre donde las producciones se complementarían (bajo la lógica transversal Arequipa, Moquegua y Puno no se pelearían por el agua del río Tambo).

Acabemos con tantas fronteras departamentales que tenemos y que sólo nos dividen haciendo, como nuestros antepasados, geoeconomía.

Wednesday, August 11, 2010

“Quiero descubrir el placer de morir” - Armando Robles Godoy (R:I:P)


“Quiero descubrir el placer de morir”
Armando Robles Godoy
[Nueva York 1923 - Lima 2010]


A propósito de la reciente reedición de su novela Veinte casas en el cielo, Armando Robles Godoy habla sobre los temas que le fascinan: la sexualidad, la literatura, el cine y la muerte inexorable. A sus 85 años, Robles sigue lanzando ideas y frases provocadoras.



Por: Raúl Mendoza

Armando Robles Godoy vive en un departamento de Miraflores con su esposa Ada y su hija Delba. Cuenta que en una colección de historia sobre personajes peruanos –que él guarda en su biblioteca– lo definen como "el cineasta peruano con más premios literarios, y el escritor con más premios de cinematografía". A sus muchos años todavía camina erguido, habla con voz fuerte y clara, y sigue tan lúcido como siempre. Tiene tres obras literarias concluidas y espera verlas publicadas antes de que la película de su vida llegue a su fin.

–A los 85 años, ¿cómo se siente?

–Mi espíritu sigue tan joven como siempre. Pero ya soy un adulto mayor, aunque no me siento en absoluto así. Al contrario. Soy atleta, practiqué básquetbol y natación, y como además no tengo ningún vicio, me siento físicamente sano.

–¿Qué es lo que está haciendo ahora?

–Desde hace tres años estoy casi íntegramente dedicado a la literatura, a todos sus géneros, sin dejar la enseñanza de la cinematografía. Dicto talleres. Y como es una enseñanza poco activa trato de caminar lo más posible y a veces hasta corro un poco.

–Usted afirma que el ser humano es polígamo por naturaleza. ¿Cómo conjuga eso con más de 50 años de casado?

–Según el diccionario, ‘monógamo’ es quien solo tiene una esposa. Así que éticamente soy monogamísimo porque no he tenido más que una esposa. Ahora la otra cuestión, la de la naturaleza, esa va por su cuenta.

–No quiere responder sobre eso.

–Como tú o como cualquier ser humano, soy polígamo por naturaleza. El que ceda o no a esa naturaleza, ya es otro tema.


–También dice que los humanos somos los únicos animales eróticos.

–El hombre tiene una característica que no tienen las demás especies, y es la creatividad. Esa capacidad en relación con el sexo convierte la sexualidad, que es la máxima fuente de placer del ser humano, en un arte. Ese arte es el erotismo. Ahora, el problema es que muchas veces se asocia el erotismo con el amor.



–Y no están asociados.

–No tiene nada que ver. No necesariamente van juntos. Tú puedes tener la mejor experiencia sexual de tu vida con una enemiga de mierda a la que después inclusive la matas. O te mata (risas).

–Siempre se ha hablado de la pacatería limeña. ¿Somos unos reprimidos?

–No creo que seamos reprimidos. Somos hipócritas, pero no reprimidos. No hacemos mucha bulla y cerramos la puerta para que no se oigan los gritos orgásmicos.

–Pero sí somos un poco moralistas.

–La moral inventa el pecado ¿Pero qué cosa es el pecado? Es ir contra la naturaleza. Y en el tema sexual no se dan cuenta de que lo natural es la poligamia. Para no ir contra la naturaleza se debería uno tirar a quien sea. Pero la moral ha convertido en legítima la monogamia, con la cónyuge, para toda la vida.


–Usted nunca ha tenido problemas con lo que dice, no les tiene miedo a las palabras.

–Es que eso sí me parece una cojudez. Las palabras se han inventado para decirlas, no para guardarlas. Decir ‘vete a la eme’ en vez de ‘vete a la mierda’. O decir ‘caracho’, en vez de carajo. La riqueza del vocabulario es también la riqueza del pensamiento.

–¿Siempre fue tan franco?
–No fue una actitud muy precoz, felizmente. Porque yo nací y viví los primeros años en una dimensión social donde había más pacatería que ahora. Ahora el idioma se ha soltado. El otro día estaba conversando con Marco Aurelio Denegri sobre quién fue la primera persona que soltó un ‘carajo’ o ‘mierda’ por televisión. Y creo que he sido yo. En las conferencias tampoco tengo problemas.

LA LITERATURA , EL CINE
–Acaban de reeditar su libro Veinte casas en el cielo

–Después de 50 años. Mi hija Marcela me dijo ‘qué te parece si buscamos una segunda edición, porque todos los que han leído la primera edición ya han muerto’. Lo que atrajo a la editorial Mesa Redonda era que el libro tenía dos características: una era los 50 años entre la primera edición y la segunda, y dos, el hecho de que el autor estaba vivo todavía. Así nació esta segunda edición, corregida.

–Existen editoriales jóvenes, como la que editó su libro. ¿Por qué a pesar de ese esfuerzo se sigue leyendo poco en el Perú?


–No sé por qué se lee poco. Pero lo que se debería hacer es poner el libro al alcance de la gente como lo hizo en su momento Manuel Scorza con los Populibros. Si la gente puede comprar un libro, lo hace. Pero si el libro cuesta 40 a 50 soles, la culpa es del gobierno.

–El nivel cultural del país está por los suelos.

–Bueno, creo que entre la cultura y la incultura hay la misma brecha que entre la riqueza y la pobreza en el Perú. El Perú debe estar en los primeros lugares entre los países en que la separación es tan amplia.


–¿Tan mal ve al Perú? Dicen que estamos creciendo...

–Soy un enamorado del país, amo al país como abstracción, como entidad viva, lo que me jode son los peruanos (risas).

–¿Qué piensa de nuestro presidente?

–Si me refiero a un campo que conozco, que es el de la cultura, Alan García, a quien he tratado, es una persona cultivada. Creo que debió estar más abierto a la dimensión cultural, pero no la ha desarrollado.

–Su última película Imposible amor no ha podido estrenarse.

–Porque a los exhibidores no les dio la gana. Hay una ley de cine vigente, promulgada, pero fue mal reglamentada. No hay el fomento real que se buscaba tratándose de un lenguaje que es el lenguaje por excelencia hoy día, porque la lectura ya no lo es.
–¿Qué pasó con la película?
–La terminé, la exhibí en reuniones, en algún cine club. Pero no se exhibió en cines (comerciales) porque la ley está sometida a la libertad de comercio. El poder económico del cine norteamericano es grande. Es un monopolio de facto en el cual las grandes empresas productoras son también las grandes empresas distribuidoras.



En los años 50, en la selva peruana, con su esposa Ada, sus hijas y unos amigos.
LA MUERTE
–Usted no se ríe de la muerte, pero no le tiene miedo.
–Ese es otro tema que me tiene ocupado. Para mí el último lustro de mi vida apunta a llegar bien a esa meta. Morir como una meta y no como un fin desagradable. Quisiera reunir a un grupo de personas con las mismas ideas, porque todo lo que se consigue en la vida se logra mejor si se hace partícipe a alguien más. Que no sea una cosa masturbatoria sino orgiástica. O sea eso es lo que estoy buscando ahora: la mejor forma de morirme. No morirme porque se me acabó la vida, sino porque lo decidí.
–Morir de qué manera. ¿Cree en la eutanasia, en el suicidio?

–Eutanasia es una manera de aliviar una enfermedad, eso es morirse dolorosamente. Yo quiero morirme sano, quiero descubrir el placer de morir. Con respecto al suicidio, la palabra está muy satanizada. Pero tiene una cosa muy llamativa: es la única cosa que el ser humano puede hacer y no puede hacer Dios.



–Ud. no le rehúye a la idea del suicidio.

–El suicidio en el sentido de poner fin a tu vida, no. Pero hay muy pocas palabras con un sentido tan negativo como esa.
–¿Siente que el final está cerca?
–Bueno, confío en que puedo vivir unos cinco años más. Tengo tres obras literarias terminadas: una obra de teatro, un libro de cuentos y otra novela. Creo que no me alcanzaría el tiempo para tratar de hacer una película. A lo mejor consigo el financiamiento, que es lo que más demora, y, antes de empezar, me voy al otro lado.

Lúcido, locuaz y productivo a los 85 años.

CINCUENTA AÑOS DESPUÉS

El libro "Veinte casas en el cielo" fue publicado por primera vez en 1958 en la colección Populibros, que dirigía el escritor y poeta Manuel Scorza. Era la primera novela de Armando Robles Godoy. "Yo tenía la novela escrita y guardada en un cajón. Por entonces también vivía en Miraflores. Y dio la casualidad de que Manuel era mi vecino. Entonces un día entró y me preguntó si tenía una novela terminada. Yo le dije que sí y se la llevó. Una semana después volvió para firmar el contrato". Por entonces la colección Populibros vendía cinco novelas por 10 soles de la época. "No era muy caro. La primera colección ya había salido y mi novela apareció en la segunda colección. Se vendió muy bien, los tirajes eran importantes entonces". Desde entonces pasaron 50 años para que la segunda edición viera la luz.


La República. Domingo. 7 de Septiembre 2008.

Friday, August 06, 2010

FUCK YOU, TRUMAN (Hiroshima / Nagasaki Anniversary again)

Hiroshima marks 65th atomic bomb anniversary



The mushroom cloud over Hiroshima after the dropping of Little Boy



The Fat Man mushroom cloud resulting from the nuclear explosion over Nagasaki rises 18 km (11 mi, 60,000 ft) into the air from the hypocenter

El próximo mes me nivelo (Julio Ramón Ribeyro, 1969)

El próximo mes me nivelo El próximo mes me nivelo (no se publicó como un libro individual,  fue publicado en 1972  como parte del  segundo t...